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EXCELENCIA DEL SANTO ROSARIO


BENDITO ROSARIO *
  



 Para animaros todavía más a esta devoción de las almas grandes, agrego que el Rosario, rezado con la meditación de los misterios: 
  • 1º, nos eleva insensiblemente al perfecto conocimiento de Jesucristo;
  • 2º, purifica nuestra alma del pecado;
  • 3º, nos hace obtener victoria de nuestros enemigos;
  • 4º, nos hace fácil la práctica de las virtudes;
  • 5º, nos enciende en el amor de Jesucristo;
  • 6º, nos enriquece de gracias y de méritos;
  • 10º, nos proporciona con qué pagar todas nuestras deudas con Dios y los hombres;
  • 11, y finalmente nos obtiene de Dios toda clase de gracias.
   El conocimiento de Jesucristo es la ciencia de los cristianos y la ciencia de la salvación; sobrepuja -dice San Pablo(1)- a todas las ciencias humanas en precio y excelencia: 
  • a) por la dignidad de su objeto, que es un Dios-Hombre, frente al cual todo el universo no es más que una gota de rocío o un grano de arena; 

  • b) por su utilidad: las ciencias humanas no nos llenan sino del viento y humo del orgullo; 

  • c) por su necesidad: porque no podemos salvarnos si no tenemos el conocimiento de Jesucristo, y quien ignore todas las otras ciencias se salvará, con tal que esté iluminado con la ciencia de Jesucristo.
   ¡Bendito Rosario, que nos da esta ciencia y conocimiento de Jesucristo al hacernos meditar en su vida, muerte, pasión y gloria! La reina de Sabá admirando la ciencia de Salomón, exclamó: "¡Dichosos tus domésticos y servidores que están siempre en tu presencia y oyen los oráculos de tu sabiduría!"(2). Más dichosos son aún los fieles que meditan en la vida, virtudes, padecimientos y gloria del Salvador, porque por este medio adquieren el perfecto conocimiento en el cual consiste la vida eterna: Haec est vita aetema(3).

  La Santísima Virgen reveló al Beato Alano, que tan pronto como Santo Domingo predicó el Rosario los pecadores empedernidos se conmovieron y lloraron amargamente sus crímenes, y hasta los niños hicieron increíbles penitencias. Fue tan grande el fervor en todos los lugares en que predicaba el Rosario, que los pecadores cambiaron de vida y edificaron a todo el mundo con sus penitencias y enmienda.

   Si sentís vuestra conciencia cargada de pecados, tomad vuestro Rosario y rezad una parte en honor de algunos misterios de la vida, pasión o gloria de Jesucristo, y estad seguros que mientras meditáis y honráis esos misterios, Él, en el cielo, mostrará sus sagradas Llagas a su Padre, abogará por vosotros y os obtendrá la contrición y el perdón de vuestros pecados. Un día dijo Jesús al Beato Alano: Si esos míseros pecadores rezasen a menudo el Rosario, participarían en los méritos de mi Pasión, y como Abogado de ellos aplacaría Yo la divina justicia.

   Esta vida es una guerra(4) y tentación continuas. No tenemos que combatir contra enemigos de carne y sangre, sino contra las potestades mismas del infierno(5). ¿Qué mejores armas podemos tomar para combatirlos que la Oración que nuestro gran Capitán nos ha enseñado; que la Salutación angélica, que ha expulsado a los demonios, destruido el pecado y renovado el mundo; que la meditación de la vida, de la Pasión de Jesucristo con cuyo pensamiento debemos armarnos como nos ordena San Pedro(6), para defender nos de los mismos enemigos que Él ha vencido y que nos atacan todos los días? "Desde que el demonio -dice el cardenal Hugo- ha sido vencido por la humildad y pasión de Jesucristo, apenas si puede atacar a un alma armada con la meditación de sus misterios, o si la ataca, es vencido por ella vergonzosamente.Induite vos armaturam Dei(7). Armaos, pues, con estas armas de Dios, que os proporciona el Rosario, y quebrantaréis la cabeza del demonio y permaneceréis estables contra todas sus tentaciones.

   De ahí proviene que el Rosario -aun el material ( sarta de cuentas o granos )- sea tan terrible para el diablo, y que los santos se hayan servido de él para encadenarle y arrojarle de los cuerpos de los posesos, tal como varias historias lo atestiguan.

   A un hombre -dice el Beato Alano- que había ensayado inútilmente toda clase de prácticas de devoción para librarse del espíritu maligno que le poseía, se le ocurrió ponerse al cuello su rosario, lo cual le produjo alivio y, habiendo experimentado que cuando se lo sacaba el demonio cruelmente le atormentaba, re solvió llevarlo puesto noche y día. Con esto alejóse el diablo para siempre por no poder soportar tan terrible cadena. El mismo Beato Alano asegura que libró a gran número de posesos, poniéndoles el rosario al cuello.

   Cuando el R. P. Juan Amat, de la Orden de Santo Domingo, predicaba la cuaresma en una localidad del reino de Aragón, le trajeron una jovencita poseída del demonio. Después de haberla exorcizado varias veces, pero en vano, le puso al cuello su rosario; de inmediato comenzó ella a dar gritos y aullidos espantosos, diciendo: "Sáquenme, sáquenme estas cuentas ( del rosario) que me atormentan". Finalmente el Padre Amat, por compasión a la pobre joven, le quitó el rosario del cuello.
   La noche siguiente, cuando el Reverendo Padre estaba descansando en su lecho., los mismos demonios que poseían a esa joven, vinieron a él echando espumas de rabia para apoderarse de su persona, pero con su rosario -que sujetaba fuertemente con la mano, a pesar de los esfuerzos que hicieron para quitárselo- los azotó de lo lindo y los ahuyentó, diciendo: "¡Socórreme, Santa María, Nuestra Señora del Rosario!"

   A la mañana siguiente, cuando iba a la iglesia, encontró a la pobre joven que todavía estaba poseída, y uno de los demonios empezó a decir burlándose de él: "¡Ah, hermano! si no hubieras tenido tu rosario ya te habríamos arreglado". Entonces el Reverendo Padre arrojó de nuevo su rosario al cuello de la joven, diciendo: "Por los sacratísimos nombres de Jesús y de María su Santísima Madre, y por la virtud del Santísimo Rosario, os mando, espíritus malignos, que salgáis inmediatamente de este cuerpo". En el acto tuvieron que obedecer y la joven quedó libre.

   Estos relatos históricos nos indican cuánta es la fuerza del Santo Rosario para vencer toda clase de tentaciones de los demo nios y toda clase de pecados, porque las cuentas benditas del rosario los ponen en fuga.  

  • * Rosa del maravilloso libro "El Secreto Admirable del Santísimo Rosario" escrito por el apóstol Mariano Luis María Grignion de Montfort. 
  • (1) Filipenses, 3, 8. 
  • (2) III Reyes, 3, 8. 
  • (3) "Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti solo, Dios veradero, y a Jesucristo enviado tuyo" (Juan, 17, 3). 
  • (4) Job, 7, 1. 
  • (5) Efesios, 6, 12. 
  • (6) I Pedro 4, 1.  
  • (7) Efesios, 6, 11.