Este es un sitio para católicos tradicionales, con contenidos de teología, meditaciones, santoral y algunas noticias de actualidad.

viernes, 13 de enero de 2012

CONMEMORACIÓN DEL BAUTISMO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

13 de enero



CONMEMORACIÓN DEL BAUTISMO
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO



   Estaba San Juan Bautista en las orillas del Jordán bautizando y exhortando a penitencia, cuando llegó a él el Salvador del mundo, de treinta años de edad. Al acercarse al Bautista, conoció éste, por luz sobrenatural, que el que venía a pedirle el bautismo era el Mesías verdadero; y así, al ver al Salvador, exclamó: Pues qué, Señor, ¿Vos venís a mí a ser bautizado, cuando debo yo ser bautizado de Vos? EL Señor le contestó que convenía sujetarse a los decretos de la divina Sabiduría. Abrióse el Cielo y vio San Juan que el Espíritu Santo bajaba sobre Jesucristo en figura de paloma, y al mismo tiempo oyó una voz que decía: Este es mi Hijo querido, en el que tengo Yo todas mis complacencias.

   Bautizándose Jesús, nos enseñó la necesidad del bautismo para todos, y además su humildad, autorizó el bautismo del Bautista; el Espíritu Santo declaró la divinidad del Salvador, y por último, santificó las aguas habilitándolas para redimir los pecados.

SANTORAL 13 DE ENERO



SAN GODOFREDO,
Abad



Conforme a la santidad del que os llamó, sed también
vosotros santos en todo vuestro proceder.
(1 Pedro, 1, 15).

   San Godofredo conde de Kappenberg, asqueado de la gloria de las armas y de las vanidades del mundo, persuadió a su esposa a que se hiciese monja, consagró todos sus bienes al Señor, y convirtió su castillo en convento donde tomó el hábito de la Orden Premonstratense. En el seno de esta ciudadela fue donde comenzó a guerrear contra su cuerpo con sus ayunos y austeridades, contra el mundo con su po breza y contra el demonio con su obediencia. Murió en 1136, a la edad de treinta años.

  MEDITACIÓN
SOBRE LA SANTIDAD
QUE DIOS NOS PIDE

   I. Dios quiere que todos los hombres sean san tos. Para eso los ha creado; para eso Jesucristo se encarnó. Todos poseen los medios y las gracias ne cesarias para alcanzar este fin, y, cuando somos fieles a las gracias que recibimos, Dios nos prepara otras más grandes. Pero, ¡ay! en vano será que Dios pro digue todas sus gracias para que seamos santos, si nosotros, por nuestra parte, no trabajamos para con quistar la santidad. ¿Quieres en verdad ser santo? Si lo quieres, lo serás. Nada gana Dios con tu san tificación, ello no lo hace más feliz; es asunto nuestro: de él depende nuestra eternidad feliz. ¿Qué has hecho hasta aquí, y qué has resuelto hacer en lo porvenir, para llegar a ser santo?

   II. Dios no pide que todos los hombres traba jen en su santificación de la misma manera: Él tiene mil caminos diferentes para conducir a sus elegidos a la gloria. Hay santos de todas las condiciones; consiaera el estado de vida en el que estás colocado, cumple dignamente todos sus deberes: es la santidad a la que Dios te llama. El anacoreta no debe, para santificarse, vivir como el hombre de mundo, ni éste como el anacoreta. Mira si imitas a los santos que han vivido en un estado de vida semejante al tuyo.

   III. El que busca y aprovecha todas las ocasio nes para santificarse en el género de vida que ha elegido, ése ha dado con el camino más corto que lleva a la perfección. ¿Aprovechas esas ocasiones? ¿Cuántas vehementes inspiraciones no deja Dios de enviarte para atraerte? ¿Qué no hace para desapegar tu corazón del amor a las creaturas? ¿Qué te impide elevarte a Él? ¡Ah! ¡Los primeros cristianos han vencido a los tiranos, y, a pesar de los suplicios, han obtenido la corona de la santidad; y a nosotros el apego que tenemos a los placeres de esta vida nos impide llegar a ser santos! Ellos han luchado contra la atrocidad de los tormentos: luchemos, nosotros, contra las dulzuras de los placeres. (San Eusebio de Émeso).

El menosprecio de las riquezas 
Orad por los pobres.

ORACIÓN

      Haced, os rogamos, Señor, que la intercesión de San Godofredo, abad, nos haga gratos a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su asistencia lo que no podemos esperar de nuestros méritos.  Por N. S. J. C. Amén